Historia del término "La Barata" (perifoneo) en Nicaragua

Una de las técnicas de comunicación social más efectivas que se dieron en el siglo XX, podría decirse que en toda Latinoamérica, fue el perifoneo.  Detrás de este rimbombante nombre creado por la mercadotécnica moderna se encuentra básicamente un vehículo automotor, un amplificador de sonido, un micrófono, a veces una grabadora y uno o dos parlantes colocados en el exterior del vehículo. 




"La Barata" Nicaragua




El automotor recorre las calles de determinada localidad llevando un mensaje que llega directamente a la población objetivo. En Nicaragua, tanto al sistema de perifoneo como al vehículo equipado para este efecto se les conoce genéricamente con el nombre de «Barata» y la historia de este nombre constituye uno de los recuerdos más pintorescos de la vieja Managua.




El protagonista de esta historia es Don José Santos Ramírez, uno de los emprendedores más grandes que ha tenido Nicaragua, surgido mucho antes de que Arnulfo Urrutia nos iluminara con sus teorías sobre el «emprendedurismo».




Podría decirse que Don José Santos fue el primer impulsor del boxeo en el país, pues se registra que a inicios del siglo XX convenció a un jugador de béisbol del equipo Managua para que se dedicara al boxeo y de esta manera Isabel Fernández pasó de pitcher a ser el primer pugilista del país. Ramírez lo preparó y comenzó su carrera de promotor al organizar peleas de boxeo en donde Fernández se enfrentó con otros pugilistas de la época, alguno de ellos traídos desde la Costa Atlántica.




En ese tiempo en que Managua no contaba con un gimnasio, el Teatro Variedades se convertía en coliseo para este tipo de eventos en donde Ramírez echaba mano de su fértil imaginación para organizar las más bizarras peleas, incluyendo una entre dos féminas, que causó estupor entre los sectores más radicales de la ciudad capital.




En esa época Ramírez se ganó el mote de «Tex Rickard» pues así se llamaba un norteamericano que era el promotor de boxeo más famoso del mundo, es decir, el Don King de aquellos tiempos. Posteriormente todo Managua lo llamaba simplemente «Tex» Ramírez y era ampliamente reconocido pues era un individuo rubio colorado bastante alto y fornido.




Después del terremoto de 1931, Tex Ramírez decidió dedicarse al comercio e instaló una tienda a la que bautizó con el nombre de La Barata, apelando al factor precio para competir en una plaza reñida, en donde el regateo era el pan nuestro de cada día y quien ofrecía los precios más bajos lograba subsistir. La tienda estaba ubicada en el propio centro de Managua, frente al Mercado San Miguel, muy cerca de la Farmacia Managua y junto a varias tiendas de «turcos».




La calle en donde estaba ubicada La Barata se caracterizaba por el incesante ruido de los comerciantes gritando sus productos, sus ofertas y la cordial invitación para que los posibles marchantes se acercaran al regateo. Cada comerciante trataba de que sus pregones se escucharan lo más alto posible con el fin de atraer a más clientes.




De repente, Tex Ramírez tuvo la idea de llevar un amplificador con su micrófono y parlantes a su tienda y de esta manera logró opacar los gritos de la competencia y por lo tanto incrementar sensiblemente sus ventas.




Tex vivía por el barrio Santo Domingo y por probar algo nuevo, más que otra cosa, una noche sacó un proyector usado que había adquirido y empezó a proyectar cortos y noticieros para la gente del barrio, atrayendo a una muchedumbre que acudía entusiasmada a aquellas funciones. Esta experiencia de cine callejero o «cine libre» como le llamaron luego, le dio una idea para ampliar el mercado para sus productos. 




Tex pensó que podía aumentar más sus ventas si colocaba el amplificador en un automóvil y salía por las calles de Managua a promocionar y vender sus productos. La gente que no estaba acostumbrada a esta novedad, salía sorprendida de sus casas para escuchar los mensajes que de la manera más amena y chistosa salían de la garganta de Tex Ramírez y terminaban adquiriendo los productos que ofrecía.




Luego Tex miró una oportunidad para ofrecer sus servicios a otros anunciantes y de esta manera se convirtió en el pionero del perifoneo en Nicaragua. Ramírez tenía una camionetona azul y cuando la equipó para su nueva empresa la bautizó como La Voz del Trueno, nombre bastante impactante para aquellos tiempos que sólo a un emprendedor como Tex se le podía ocurrir.  Sin embargo, a pesar de lo sonoro de aquel nombre, la gente se refería a ella solamente como La Barata de Tex Ramírez y de esta forma le heredó el nombre a esta actividad.




A partir de Tex Ramírez, el perifoneo se volvió un medio eficaz para anunciar una extensa diversidad de asuntos y la competencia se diversificó al entrar al negocio varios emprendedores que lo único que requerían era de tener una buena voz y facilidad de expresión pues debían anunciar desde mercaderías, lotería, avisos de ocasión y toda clase de eventos. Sin embargo, los avisos más impactantes en la población, debido al morbo imperante, eran las notas luctuosas. Los más eficientes  copiaban el estilo que ocupaban en aquel entonces las radiodifusoras e incluso llegaban a iniciar el aviso con un trozo de Finlandia de Sibelius, que en todo el territorio era la señal inexorable de un fallecimiento.




Después de las tétricas notas de Sibelius que hacían levantarse a los ciudadanos para escuchar mejor, una voz dramática lanzaba el clásico:  - Atención, nota de duelo-, e inmediatamente seguía con - Don Fulanito de tal ha muerto. Así tal cual, sin eufemismos de ninguna especie. Luego seguían los deudos.  - Su inconsolable viuda, doña Fulanita de tal, sus hijos, menganito, perensejito y demás familiares invitan a la vela esta noche en su casa de habitación que sita (este sita era una palabra sine qua non) de los billares tales una cuadra al este y mañana a una misa de cuerpo presente en la iglesia fulana de donde saldrá el cortejo fúnebre hacia el cementerio tal. - Por su asistencia, el eterno agradecimiento de la familia doliente.  Luego entraba nuevamente Sibelius y se refrendaba el nombre de quien se había ido al otro barrio.  - Don Fulanito de tal ha muerto. Paz a sus restos.  De nuevo Sibelius.  Al finalizar, la gente respiraba un tanto aliviada, pues por esa vez, la parca había pasado de largo, al igual que la barata que se dirigía a otro sector de la ciudad.




Información cortesía: www.ortegareyes.wordpress.com





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